Un ejercicio que resulta interesante realizar es comprobar las diferencias en la estructura patrimonial según las diferentes clases sociales. Es decir, cómo está distribuido el patrimonio de las personas en función del tamaño de dicho patrimonio.
Presento a continuación un gráfico realizado sobre la población estadounidense, dado que es más sencillo obtener este tipo de información y es perfectamente válido para lo que quiero comentar.
Fuente: visualcapitalist.com y Reserva Federal
La mayoría de las personas tienen su patrimonio en forma de vivienda habitual e incluso de vehículo propio, representado en las franjas rojas y naranjas del gráfico. Por ejemplo, no me cabe duda de que la mayoría de los asalariados en España (y probablemente en otros países), especialmente en estos tiempos, destinarán una gran parte de los ingresos obtenidos durante su vida laboral a la adquisición de una vivienda o al pago de un alquiler.
Sin embargo, a medida que ascendemos en el valor patrimonial, la estructura cambia por completo. Cuando la riqueza se incrementa, se aprecia el aumento de peso de activos tales como participaciones en negocios, acciones de empresas, inversiones inmobiliarias, etc. que queda representado por el color de tonalidad azul.
Así pues, el patrimonio de los pudientes está centrado en activos, que es todo aquello que proporciona una renta o una expectativa aprovechable de incremento de valor futuro. Los dividendos de las acciones o los alquileres obtenidos por las inversiones inmobiliarias son flujos económicos producidos por estos activos, y generan ingresos de forma recurrente sin que su poseedor deba realizar un trabajo específico.
Cuando una persona tiene la mayor parte de su patrimonio en la vivienda habitual o un vehículo, no puede percibir ningún tipo de renta por ello. Simplificando, tal y como hace Kiyosaki en su célebre libro Rich dad, un activo sería aquello que mete dinero en tu bolsillo, y un pasivo lo que saca dinero de él.
Así, la mayoría de personas tienen una gran parte de su patrimonio en pasivos, mientras que los adinerados lo tienen en activos. Ahí reside la principal diferencia. Y la observación nos dice que la mayoría de los asalariados no podrán realizar cambios significativos en su estructura patrimonial a lo largo de su vida.
La llamada “independencia financiera”, “libertad financiera”, “IF (Independencia Financiera)”, “FIRE (Financial Independence Retire Early)” o similar, es producida por un cambio en la estructura patrimonial. Cuando los activos adquiridos proporcionan unos flujos de ingresos tales que cubren con una cierta holgura los gastos de la persona en cuestión, el trabajo asalariado deja de ser necesario y esa persona puede ya vivir de las rentas proporcionadas por dichos activos.
Cambiando la estructura patrimonial
Algunos lectores se preguntarán si es posible cambiar la estructura patrimonial. La respuesta es que sí es posible, pero es difícil. De hecho, la mayoría de personas ni tan sólo son conscientes de estos conceptos y nunca tratarán de cambiarla.
Para realizar cambios significativos, en primer lugar una persona debe vivir por debajo de sus posibilidades. Eso implica, lógicamente, que sus ingresos han de ser superiores a sus gastos. Cuanto más amplia es esta diferencia entre ingresos y gastos, más rápido se producirán los cambios.
Pero no basta con eso. El ahorro, que es la diferencia entre ingresos y gastos, deberá destinarse sistemáticamente a la adquisición de activos (generan una renta, meten dinero en tu bolsillo sin que debas realizar un trabajo). Y todo se basa en repetir continuamente este proceso, hasta que los activos generan unos ingresos cuantiosos.
Conviene señalar que tener “libertad financiera” no es lo mismo que ser rico. Un rico ha logrado la IF (Independencia Financiera), pero una persona con Independencia Financiera no es necesariamente rica.
La diferencia reside en que un rico ha alcanzado la IF de una forma veloz centrándose en los ingresos, mientras que un asalariado común lo logra centrándose en los gastos y en la inversión sistemática del ahorro durante muchos años, normalmente décadas.
La trampa del pequeño inversor
Hace algunos meses leí un libro llamado La vía rápida del Millonario, de M.J. De Marco. Vía rápida, que no sencilla. Cuestiona de forma directa el método de incrementar la riqueza, cambiar la estructura patrimonial y lograr la IF del pequeño inversor individual y, en mi opinión, de manera muy acertada, por duro que pueda resultar.
Los pequeños inversores nos hemos engañado pensando que nuestro camino es el camino. La mayoría de pequeños ahorradores creen firmemente en las ideas de libros como Rich Dad, El hombre más rico de Babilonia, El millonario de la puerta de al lado, etc.
No me malinterprete el lector, sin duda pienso que esos libros están bien y siembran unos conceptos que son necesarios para dar el imprescindible primer paso, el de comprender que el ahorro y la adquisición de activos son necesarios si se desea prosperar. Pero contienen ciertos engaños y no son el único camino.
Robert Kiyosaki, autor de Rich Dad, ¿Ha logrado su IF gracias a aplicar su método desde cero, o gracias a crear una comunidad y vender cientos de miles de libros?
El hombre más rico de Babilonia… ¿Alguien cree que puede alcanzarse ese status ahorrando un 10% del salario? El salario modal en España debe ser de 1.200€ al mes. Seamos optimistas y supongamos 1.500€. Si se ahorra un 10%, son 150€ al mes y 1.800€ al año. En el mercado financiero, con un índice, es razonable pensar en un rendimiento anual real compuesto a muy largo plazo del 6.5%.
Buena suerte invirtiendo 1.800€ al año al 6.5%. Si introduces los datos en una hoja de cálculo, necesitas casi seis décadas para llegar al millón, y las revalorizaciones en valor absoluto no son interesantes hasta la cuarta década aproximadamente.
Warren Buffet es probablemente el inversor más citado por la comunidad inversora. Sin embargo, Buffet ha sido ante todo un emprendedor y hombre de negocios. No se hizo rico lentamente, como él predica. Creó pequeños negocios desde pequeño, y lo que le hizo dar un salto de verdad en su patrimonio fue crear un fondo (Partnership) en el que ingresaba enormes cantidades de dinero gracias a las comisiones cobradas sobre el dinero de los demás. Si Buffet no hubiera sido emprendedor, probablemente no lo conocería nadie. Sería un gran inversor, pero difícilmente estaría en la lista Forbes.
La trampa del pequeño inversor consiste en pensar que el camino de ahorrar una parte del salario es el más seguro (o el único) para alcanzar esa supuesta independencia financiera y lograr el cambio en la estructura patrimonial. Pero ciertamente, es complicado alcanzar ese hito siendo un asalariado. No es imposible, desde luego, pero se requerirán muchos años, prácticamente una vida laboral entera salvo que recibas herencias significativas o ayudas familiares. Y será una independencia financiera poco holgada. Olvídate de áticos en la castellana y Porches Cayenne.
Por supuesto, es mejor llegar a la jubilación con ahorros y un colchón económico. Invertir siempre es positivo, y es más, diría que totalmente necesario. Sólo pretendo señalar que conviene no poner unas elevadas expectativas sobre el hecho de alcanzar la libertad financiera en base a un salario común, si ese es tu objetivo. Hay que ser consciente de ello.
Si se quiere alcanzar una cierta cantidad de dinero, por ejemplo, uno o dos millones de euros, de una forma relativamente rápida, sin que pasen décadas, el camino es ser emprendedor. Porque entonces tus ingresos no están sometidos a las limitaciones físicas del salario.
Tu salario es el que es. Puedes cobrar 1.000, 2.000, 3.000 o 6.000 euros al mes. Pero posee unas limitaciones poderosas a la hora de incrementarse. Siendo emprendedor, no hay barreras físicas que impidan que ganes 50.000 o 100.000 euros en un mes.
Claro, es difícil. No todos tenemos las características personales para ser emprendedores, ni todos los emprendedores alcanzan el éxito económico. Nadie dice que sea sencillo. Pero si pretendes cambiar tu estructura patrimonial de una forma más rápida, es el único camino. Si no, la alternativa es invertir durante 20 o 30 o más años al 6.5% real, suponiendo que no te toca un período prolongado de mal rendimiento bursátil.
No hay nada de malo en esto último, sólo conviene entender el tiempo que va a llevarte (con los riesgos de que algo pase durante un camino tan largo), y que no va a hacerte rico, para no generar frustración y crear falsas expectativas.